sábado, 15 de julio de 2017

Prodigios de Nuestra Madre de la Merced - Novena en Honor a Maria de la Merced - Provincia Mercedaria de Chile 1918

Prodigios de Nuestra Madre de la Merced
Meditaciones de la Familia Mercedaria Chilena  en las celebraciones jubilares 1918


Testimonios mercedarios en nuestra patria, recogidos en la Novena en honor de nuestra Madre de la Merced, escrita por Don Alejandro Larraín. Publicada en la Abejita de Oro, en el séptimo centenario de mercedario.  1918

 La novena:  (del latín novem – nueve ) es un ejercicio de devoción que se practica durante nueve días para obtener alguna gracia o pedir por una determinada intención. Puede estar dedicada a Cristo mismo en alguna advocación, o a algún santo canonizado cuya intercesión es más poderosa ante Dios, debido a los méritos logrados durante su vida. Por ejemplo la Virgen María y los santos Pueden ser nueve días consecutivos o nueve veces un día de la semana determinado (nueve viernes, por ejemplo).


Testimonio nº 1
Una conversión

Refiere el Rdo. P. Benjamin Rencoret en su mes de Mercedes inédito, que en 1809 vivía en Santiago don Pedro Rudencindo Otero, acaudalado español que poseía dos tiendas donde está en la actualidad el portal Fernández Concha, llevando una vida disipada entre los placeres del mundo y apenas conservaba una pequeña devoción a María.
Un viernes santo pasaba por las puertas de la iglesia de la monjas claras, cuando predicaba el padre mercedario Tiburcio Muñoz sobre la crucifixión del señor; atraído por su voz entra a oírle.
¡Designios de Dios! no bien había terminado el sermón, cuando el señor Otero estaba desecho en lágrimas de arrepentimiento; resuelto a cambiar de vida. Siguió al padre al convento, le confeso sus culpas y no quiso salir más y pidió el hábito en calidad de hermano lego.
Recibió el hábito el 29 de Diciembre de 1810 y murió en Santiago el 15 de mayo de 1823, después de haber practicado en grado eminente las virtudes, sobresaliendo por su gran amor a María de la Merced. A quien debía su conversión.

Testimonio nº 2
Libra la Virgen de la peste de Santiago

En 1832 fue invadido Santiago por una epidemia llamada vulgarmente entonces “escarlatina negra”: Recurren todos a la Santísima Virgen de la Merced, llevan su milagrosa imagen a la cual la capital le debe tantos favores, del convento de la merced a la Iglesia Catedral con el fin de hacerle una rogativa pública.
La Virgen no demoró en otorgar sus mercedes para que cesara el formidable flagelo.
Desde muy antiguo por milagros análogos hay en Chile la costumbre de comprar la peste a la Virgen de la Merced, que consiste en darle la limosna 11, 13 o tantas monedas uniformes como miembros tiene la familia

Testimonio nº3
Confianza en María de la Merced

A principios del siglo XVIII, vecino al convento de la Merced de Santiago, vivía don Domingo Valdés, Terciario  Mercedario y gran devoto de su Madre Santísima de la Merced, hasta tener una fe ciega en su devoción, como lo comprueba el caso siguiente. Referido por el P. Rencoret en su Mes de Merced.
“Una noche, su esposa siente golpes extraños en la tienda que poseía. Llama a su marido diciendo que han entrado ladrones.
Su marido le pregunta ¿Qué día es hoy?- Sábado- No hay cuidado- le contesta el marido- es imposible que nuestra Madre permita que hoy me roben- Y se volvió a dormir tranquilamente.
Al día siguiente encuentran tres ladrones durmiendo, cerca del forado que habían abierto en la muralla.”
Don Domingo Valdés, en recompensa a María de la Merced, no ceso de dar limosna al P. Alonso Covarrubias para levantar el actual templo de la Merced de Santiago, que fue refaccionado el año 1896.    

Testimonio nº 4
María de la Merced invocada en una sequía

En el acta del Cabildo de Santiago de 1636 a 19 de Agosto se encuentra el milagro siguiente hecho por la Santísima Madre de la Merced y reconocido públicamente.
“Iba pasando un invierno casi sin lluvias de consideración y muy perjudicial a los campos. En estas aflicciones resolvieron los habitantes de Santiago hacer una rogativa a la piadosa Imagen que se venera en el templo de la Merced, de la cual, ya en ese tiempo, eran tan públicos sus beneficios.
Habiéndola invocado y tratado de sacar en procesión, ( Palabra del acta ) Para que alcanzase de su bendito Hijo enviase el socorro necesario a la tierra por cuya causa se tenía tantos daños y pérdidas, por la intercesión de la santísima Virgen de la Merced cayo un grandísimo aguacero cuando más necesidad había de él y menos demostraciones daba el tiempo.”
En agradecimiento de ese favor tan patente, sacan procesionalmente a la prodigiosa imagen de María de la Merced y la pasean por las iglesias de Santiago entre canticos de alabanza.
Milagros como éste se cuentan muchos de nuestra Madre del Altar mayor del convento mercedario.
Dios ha querido siempre distribuir sus favores por medio de su augusta Madre, invoquémosela para que nos tenga presente en la distribución de sus mercedes. 

Testimonio nº 5
María de la Merced es nombrada Generala del ejército Argentino

El ilustre héroe de la Independencia Argentina, el General Belgrano antes de entrar al combate que le dio la posesión de Tucumán, se puso con todo el ejército bajo los auspicios de María de la Merced. Obtenida la victoria que acaeció el mismo día 24 de septiembre, fiesta de la Santísima Virgen de la Merced del año 1812, se fue a los pies de María con su ejército llevando aun el polvo y sangre del combate; acompaña con toda su gente la procesión de la Virgen , y no encontrando suficiente esto, en recompensa de los auxilios dados por su protectora, la proclamo Generala de los ejércitos Argentinos y le deja a la imagen su bastón de mando y las banderas tomadas al enemigo. Antes de emprender la campaña para el alto Perú, recibió este ilustre General el escapulario de la Virgen de la Merced y todo su ejército viniendo a ser, escribe el Señor Bartolomé Mitre en la Historia de Belgrano, una divisa de Guerra en el curso de la campaña que iba a iniciarse.
¡En toda circunstancia de la vida aparece egregia la figura de verdaderos héroes!


Testimonio nº 6
Sana a una tullida

En la historia del culto de nuestra Señora de las mercedes en la republica de Ecuador, escrita por don Julio Matorvelle, se refiere lo siguiente: El Rey Carlos V en premio de los muchos servicios prestados por los mercedarios en el descubrimiento y conquista de Ecuador, les obsequio una imagen de la Merced. Fue recibida con mucha solemnidad en Quito la preciosa imagen de la Merced y se organizó una procesión para trasladarla al sitio donde iba a quedar a veneración pública. Quiso la Virgen acreditar halagadora invocación de la Merced con varios prodigios de su bondad.
Una pobre mujer que yacía varios años tullida y muda en su lecho de dolor, lloraba e interiormente clamaba a la Virgen de la Merced por verse impedida para asistir a su entrada triunfante.
La Reina de la misericordia oyó su clamor y luego se encontró completamente sana de ambas enfermedades. La Madre de la Merced no niega sus favores cuando se lo piden con fe  en bien de nuestra salvación.  

Testimonio nº 7
La Virgen de la Merced favorece de un terremoto

En la crónica escrita por el R. P. Francisco J. Ramírez, franciscano, al narrar la destrucción de la ciudad de Penco, provincia de Concepción, inserta el siguiente prodigio de María de la Merced.
“Cuando sucedió la catástrofe del Terremoto y salida del mar que acabó con la ciudad de Penco residía la señora Isabel Azócar y Quiroga, viuda del General Álamos de Puga y Novoa. Apenas pasó la tormenta los religiosos mercedarios vienen a la ciudad y encuentran todo destruido y cubierto en gran parte por las aguas del mar; pero la casa de la Sra. Isabel no había sufrido nada debido a la protección de la Sma. Virgen María de la Merced de quien era fervorosa devota.”
En agradecimiento  de este favor de María de la Merced a quien había invocado en el peligro, ofreció su casa para que allí se siguiera dando culto público a la Sma. Virgen su salvadora mientras se construía la iglesia.

Testimonio nº 8
Salvado de la muerte por el escapulario mercedario

Francisco Vivero sargento primero de artillería, era muy devoto de la Merced y siempre llevaba a su pecho el escapulario y gracias a esta poderosa defensa, escribe el P. Rencoret había salido sin novedad en varias batallas de la independencia. Pero era preciso que Ntra. Madre de Mercedes le hiciese palpar de un modo notable su protección. En una batalla desesperada contra los españoles el regimiento de Vivero fue diezmado, y en especial su compañía quedando cas solo al lado de su cañón, hasta que un enemigo descargo a poca distancia su arma que fue a dar con el escapulario mercedario que llevaba en su pecho, sin ocasionarle la menor lesión. Enternecido por el singular prodigio exclamo: “esto es demasiado Madre mía de la Merced muchos favores he recibido de tu mano santísima, pero ninguno como este”.
Y beso el Santo escapulario. Después  dejo  la carrera militar para entregarse al servicio de María  en el convento de la Merced de Santiago en donde murió en calidad de hermano converso.

Testimonio nº9
El escapulario de la Merced

Encontrábase en Roma el R. P. Benjamin Rencoret de procurador general de la Orden Mercedaría, cuando el R. P. Agustín González franciscano misionero del Colegio de propaganda Fide de la Santa Cruz de Queretaro en Méjico, le narró el siguiente prodigio obra del escapulario de la Merced.
Regresaba a su patria en el mismo vapor en que venía la familia Albeitar, española de Navarra; pero antes de partir de Méjico se fue despedir del P. Barguichani Provincial de los mercedarios, el cual le obsequio dos escapularios de la Merced, diciéndole que si había alguna tempestad arrojara una al mar y, si la tempestad no cesaba, arrojara el otro.
Antes de salir de las Antillas se desencadeno un fuerte temporal del 03 al 04 de marzo 1879, que tenía a punto de hundir el Ville de Bourdeau y no sólo los pasajeros sino los mismos marineros, estaban atemorizados por el peligro. La Señora Albeitar, acordándose del encargo del padre mercedario, arroja el escapulario al mar; pero la tempestad siguió. Se encomienda nuevamente a la Sma. Virgen de la Merced con más fervor acompañada de su familia y de muchos incrédulos y arroja el segundo escapulario al mar: fue suficiente para que el mar se tranquilizara.   


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