A mi Divina Madre la Virgen
de las Mercedes y a su orden redentora
(Premiada con la flor de oro
y declamada por su autor en la Repartición de los premios del
certamen)
Oda: Composición
poética lirica de tono elevado, que generalmente ensalza algo o a alguien. Real Academia de la Lengua.
Oda
Presta ¡ Oh,
madre! A mi voz las armonías
De los celestes
coros,
Ya que jamás
humanas melodías
Bastaran a ensalzar
tus augustos nombre;
Podrá, quizás, el
hombre
Hacer vibrar los
órganos sonoros
Y la sublime
música a raudales,
Derramar por los
ámbitos del mundo,
Cual rítmica
cascada
De notas
inmortales,
Más, no podrás
exclamar la voz del arte;
“Madre, te dí lo
que esperaba darte”.
Dame para mirarte
luz divina;
Que tu faz
opalina
Talvez calme esta
sed que me devora
De belleza
inmortal, flor de mis flores;
Será entonces, la
paz a mis dolores,
Será un claror de
aurora,
Un despertar de
ensueños,
Un balbucear de
frases amorosas
Y un deshojar de pétalos
de rosas.
Y estando junto a
ti con santo anhelo
Sintiendo
palpitar en mis entrañas
La inmensidad de
un cielo,
Al saber que eres
lumbre en las cabañas
De los que sufren
la orfandad y el duelo,
Con arpegios de
llanto,
Con rumores de
risa
Estallará mi más
robusto canto.
“Virgen de las
Mercedes,
acoge con agrado
el canto mío
y mi plegaria
escucha,
yo en tus
bondades y en tu amor confío;
tu nombre nunca
en vano,
en esta eterna
lucha,
invocaron los
labios del cristiano;
hijo de un pueblo
soy del Occidente
que desde “cuatro
siglos “ reverente
te aclama sin
cesar, su voz resuena,
en el valle, en
la cumbre y en el llano,
de melodías
llena.
Al contemplar tu
faz alabastrina
Un mundo de
recuerdos me encadena
Y me liga a tu
historia:
Pienso en la
noche que tu voz divina
Se oyó para
terror de la agarena
Gente, luego se
agita en mi memoria
Del “insigne
Correa” la figura, o el “querido Rendón” (*)
Que un pueblo
entero de “Arauco Apóstol” le llamo
Sincero.
Ante tu altar
tomó su sacra enseña
El abnegado Padre
de la Peña,
Dejando el mundo
por vestir tu sayo.
También viste
ante ti caer de hinojos
A Villagra,
Rodrigo de Quiroga
Y a otros mil
esforzados capitanes.
En el temblor de
Mayo
Y en todos sus
afanes
Santiago a ti
volvió sus tristes ojos…
Al emprender su
rústica faena
El labriego te
invoca, es su alegría
La que alimenta
la oración serena;
Y en la ciudad,
al despuntar el día
Hijo y Madre, los
dos con ansias santas,
Acuden a tus
plantas,
Bálsamo a toda
herida
Y a toda
contingencia de la suerte,
Él rezar para
emprender la vida,
Ella a rogar para
alcanzar la muerte.
Podrá negarte una
plegaria el hombre,
Que anció el
placer y que asaltó el hastío,
Labios impuros
blasfemar de todo
Negar tu vida o
maldecir tu nombre;
Podrá el ateo con
furor impío,
Hacia los cielos
levantar del lodo
Su maldecida
mano;
Más, no por eso
amenguará tu gloria;
El agua evaporada
del pantano
No mancilla jamás
la enhiesta nube,
Que hacia la
cumbre sube,
Y corona la cima
más altiva
Con su nítida
albura,
así la injuria
que lanzo a la atura
la impiedad
sensitiva,
no alcanza nunca
a lastimar tu frente
en la región
donde el dolor terreno
nunca batió sus
macilentas alas;
en la región de
las eternas galas
donde reina
sereno,
escuchando el
cantar de los cantares
Mi Jesús Nazareno.
Virgen de las
Mercedes: ¡ Dios te Salve ¡
A tu paso los
átomos se agitan;
Mil soles y otros
mil en tu camino
Has eclipsado en
tu raudal divino;
A tus pies nos
invitan
Tus bondades sin
fin y tus favores,
Tu nombre bien lo
dice;
Y un cantar en la
sombra te bendice:
Son los hombres
que saben de ternuras
De tus viejos
amores:
Son todos los que
amaron las dulzuras
Del vivir
ignorados, bendecidos
tan sólo por
aquellos redimidos
en la tierra
africana;
Son tus hijos
mejores,
Mercedarios los
llama nuestro siglo
Y el corazón los
llama redentores
De todos nuestros
males y dolores.
Virgen de la
Mercedes ¡Dios te salve!
¡Salve! Repite el
indio que altanero,
bronceado al sol
y al viento,
hizo temblar al
universo entero;
¡Salve! Exclaman los
siglos y naciones,
resonando su
acento
en todos los
humanos corazones:
desde la selva
tropical que encierra
todo el fuego y la savia de la tierra,
a la región
inerte, de los témpanos fríos,
donde la vida se
rindió a la muerte.
Virgen de las
Mercedes ¡Dios te Salve!
“Antigua” te
llamaron mis abuelos,
reina te llamo yo
de mis anhelo:
si eres fuente de
amor en mi camino
de errante
peregrino;
Serás rayo de luz
para mi mente,
Serás rayo de sol
para mi frente.
Oscar Gajardo Villarroel
( Lux)
Oscar Gajardo Villarroel
( Lux)
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