lunes, 19 de septiembre de 2016

CERTAMEN LITERARIO 1918 ( I parte )

            Junto con la Coronación de la Virgen María de la Merced, hubieron otras iniciativas que vale la pena destacar y conocer.
            Me refiero específicamente al “Certamen Literario”, que organizó la provincia mercedaria de Chile.
Fue el turno de un sinnúmero de escritores católicos de la época para que pudieran dar conocer sus obras. Existieron 5 temas: Una Oda a la Santísima Virgen María de la Merced, Un Romance Histórico, Un Drama en prosa o verso, Una leyenda en prosa y un Estudio Histórico.
            Es interesante ver la calidad de las composiciones recibidas, a lo largo de algunos artículos iré dando a conocer algunas de la obras premiadas.

            En esta primera parte daré a conocer los objetivos y las bases del Certamen Literario.

A continuación tomamos literalmente de la Revista Mercedaria Chilena pp. 292 – 293



“El Certamen Literario
Con que la comunidad Mercedaria de Santiago
Celebro VII Centenario de la Orden

            Con el objeto de realizar nuestras festividades jubilares, el P. Rector de acuerdo con la Comunidad, resolvió abrir un Certamen literario entre los escritores católicos del país, para los cual se redactaron la bases y se propusieron cinco temas que debían ser desarrollados por lo poetas y escritores que desearan tomar parte en el Concurso.
            Estas bases y estos temas se publicaron en todos los diarios y revistas de Santiago en el mes de Mayo, y se fijó como término del tiempo hábil para recibir los trabajos el 31 de agosto.
            Se acordó también nombrar un Jurado compuesto por nueve miembros, para que el mes de Septiembre estudiase las composiciones y presentase el informe respectivo acerca del mérito.
            Todo lo cual, publicado oportunamente en la prensa, fue del tenor siguiente:

Certamen literario con que la Comunidad Mercedaria de Santiago celebrara el séptimo centenario de la fundación de la Orden.

Temas.

1.     Una Oda a la Santísima Virgen de Mercedes y su Orden Redentora. Premio: una flor de oro, ofrecida por la Corte de Mercedes.
2.     Un romance histórico en verso sobre algún personaje o asunto mercedario. Premio: un bastón con empuñadura de oro ofrecido por el Illmo , y Rvmo. Arzobispo de Gangra Mons.  Pedro Armengol Valenzuela.
3.     Un Drama en prosa o verso, en dos o tres actos, sobre asunto mercedario, y en que el protagonista sea mercedario. Premio: Mil pesos ofrecidos por los conventos de Santiago y Valparaíso. 
4.     Una leyenda en prosa sobre asuntos que intervengan, personajes mercedarios. Premio: Un objeto de arte ofrecido por los conventos de Rancagua y San Felipe.
5.     Un estudio histórico sobre la acción de los mercedarios en Chile, desde su llegada al país con los conquistadores hasta nuestros días. Premio: quinientos pesos. Ofrecidos por el R. P. Provincial.

Condiciones

1.     Todos los trabajos deberán ser inéditos y escritos a máquina
2.     Podrán concurrir todos los escritores residentes en el país, sean o no chilenos.
3.     Cada trabajo irá firmado por un pseudónimo y será acompañado de un sobre cerrado dentro del cual irá el nombre del autor y su pseudónimo.
4.    Los trabajos deberán dirigirse al R. P. Secretario del Jurado. Convento de la Merced, Santiago, antes del 31 de agosto del presente año, fecha en que se cierra el Certamen.
5.     Los premios que asigne el jurado se repartirán en una sesión Publica y solemne que se celebrará en Septiembre, en el nuevo salón de actos que construye el colegio San Pedro Nolasco en la calle Miraflores.
6.     El convento se reserva el derecho de publicar en la “Revista Mercedaria Chilena” los trabajos que resultaren premiados. Los no premiados, pero que a juicio del jurado merezcan los honores de la publicación, se publicaran de acuerdo con sus autores.

El jurado está compuesto de los siguientes señores:

Presidente, Vicario General del Arzobispado, don Manuel A. Román; miembros: señor Pbro. Don Clovis Montero, Señor Pbro. Don Emilio Vaisse, señor don Francisco Concha Castillo, señor don Juan Agustín Barriga, señor don Pedro Belisario Gálvez, R. P. Fray Policarpo Gazulla, R. P. Fray Ramón M. Cerda y el secretario R. P. Fray Diego Alberto Rojas.

Este jurado presentará su informe en la primera quincena de septiembre al infrascrito, para proceder a la repartición de los premios.”

Fr. Ramón Romero
Rector del Convento de la la Merced


Santiago, mayo de 1918 





                                                                                   Fr. Mario Salas Becerra 
                                                                              Mercedario 


domingo, 18 de septiembre de 2016

La Gran Coronación ( Tercera Parte )

La Coronación


"Entre tanto la misa de Pontifical terminada, y el acto solemne de la coronación ya iba a tener lugar. Una vez que Monseñor Valenzuela dió su trina bendición arquiepiscopal, su secretario  el R. P. Esparza, dió lectura a dos documentos: primero a la Bula del Pontífice, por la cual el Capítulo Romano de San Pedro autorizaba al Rvdmo. Arzobispo de Santiago, para coronar solemnemente la sagrada imagen de la Virgen de la Merced; y en seguida al Decreto por el cual su Illma. Y  Rvdma., el Arzobispo de Santiago, delegaba sus facultades en Monseñor Valenzuela para que efectuara tan solemne acto.

Corona con la cual fue coronada la Virgen de la Merced.
Tan pronto hubo terminado esta lectura, Monseñor Valenzuela, revestido de sus paramentos pontificales, dio comienzo a la ceremonia, por la bendición de la corona, rociándola con agua bendita; en seguida se rezaron las preces del Ritual y se entonó el Himno “Oh gloriosa Virginum”, que fue salmeado por el clero que asistió al presbiterio. En seguida la corona fu trasportada en una bandeja de plata, hasta el lugar donde se encontraba la sagrada imagen, en sus carro dorado, al pie del presbiterio, seguida por Monseñor Valenzuela, el Excmo. Señor Nuncio de S.S., el Illmo. Señor Silva Cotapos y todo el clero allí reunido. Una vez al lado de la imagen Monseñor Valenzuela toma en sus manos la corona y con toda gravedad y reverencia, la coloca en la sienes de la sagrada imagen, mientras en el coro se entona a plena voz el Regina Coeli del Maestro Francisco Riga, a cuatro voces, con un soberbio dúo cantaron el R. P. Rojas y el barítono señor Martínez. El momento culminante de la ceremonia había llegado. Las campanas de toda la ciudad son echadas a vuelo, y por espacio de un cuarto de hora, anuncian a los habitantes que la exelsa patrona de Santiago, la Virgen de la Merced, traída a Chile por el primero de los Apostoles evangelizadores del país, el inmortal Padre Correa acaba de recibir en sus sienes , la corona de oro y de diamantes a que la gratitud de todo un pueblo la había hecho acreedora, por las constante protección que desde tres siglos y medio, viene dispensando a cada uno de los chilenos, a sus instituciones y a sus hogares. A su vez en el Parque Cousiño se disparaba una salva mayor de 21 cañonazos.

La Sagrada Imagen, momentos después de la coronación
Mientras todas estas manifestaciones de júbilo exteriorizaban el entusiasmo de los de afuera, dentro de los muros de la catedral se aclamaba a María con un entusiasmos indescriptible. De todos los labios brotaban vítores y aclamaciones, gritos de triunfo y aplausos entusiastas, en tanto que Monseñor Valenzuela incensaba la sagrada imagen y terminaba las preces del Ritual.

Una vez que las aclamaciones y vítores dejaron de resonar, con voz conmovida Monseñor Valenzuela entonó el Te Deum, que fue cantado alternativamente por el Clero y el coro de cantores. La ceremonia terminó cerca de las 12 M. Y el inmenso público que llenaba por completo la Catedral, desfilo por frente a la sagrada imagen que parecía sonreír a sus hijos, con su corona de reina y soberana de todo el pueblo chileno, allí tan dignamente representado.

Cuando el meridiano del Santa Lucía dió las 12, el gran número de romeros, acompañados por los Padres que lo habían dirigido en su peregrinación, se vinieron al espacioso patio del colegio San Pedro Nolasco, donde una comisión de señoras, señoritas y jóvenes de nuestra sociedad. Les sirvieron un bien preparado almuerzo. En este servicio tocó desempeñar un papel importante a la comisión nombrada por el R. P. Provincial para atender a los romeros, la cual desde antemano había hecho los preparativos del caso para que nada faltara. En realidad, a pesar de lo difícil que fue atender cómodamente a más de dos mil personas quedaron éstas satisfechas y contentas, y preparadas para asistir a la Procesión que debía verificarse en la tarde de ese mismo día.

La procesión

Eran más o menos las 4 ½ P. M. Cuando salía del templo de la Merced la gran procesión de debía ir buscar al templo Metropolitano la imagen de la Virgen Coronada, y antes de traerla a su templo, pasearla en triunfo por las calles de la ciudad. A esta misma hora se cantaban vísperas solemnes en la Catedral, según lo prescrito por el Ritual, y terminadas éstas salió la sagrada imagen en su carro dorado, que escoltaban todos los religiosos y clero de la capital.  

Imagen de la procesión: puede verse a Mons. Valenzuela
y al señor Nuncio y otros personajes 
La procesión se organizó en la forma siguiente: Cruz Alta y ciriales; Cofradía de la veneración perpetua del inmaculado Corazón de María;  Obreros de la misma cofradía; Venerable Orden Tercera de la Merced; Peregrinos de Chimbarongo; Peregrinos de Rancagua; Colegio y sociedad de Labores de Santa María de Cervellón ; el anda de esta Santa mercedaria; Cofradía del niño Jesús de Praga; Corte del Carmen; Peregrinos de Melipilla; Centro 21 de Mayo de la Unión Nacional; Anda de San Ramón Nonato; banda de músicos del Batallón Pudeto ; Peregrinos de Chillán; Sociedad Bernardo O’Higgins de Rancagua; Colegio  San Pedro Nolasco, en cuerpo; anda del Santo Patriarca; Sociedad de Obreros de San José; banda de músicos de San Vicente de Paul; gran número de caballeros católicos; el noviciado Mercedario venido de Chimbarongo; Novicios y coristas de los conventos de Concepción y Chillan; clero y Comunidades religiosas el Illmo y Rvdmo. señor Valenzuela de gran pontifical, asistido de dos sacerdotes revestidos con paramentos sagrados; el Excmo señor Nuncio de S.S. Revestido de capa magna; el  V. Cabildo Eclesiástico; el anda de la Virgen Coronada y tras ella la banda de músicos del Regimiento de Carabineros y una inmensa multitud de fieles que ocupaba varias cuadras.

Lo procesión se puso en movimiento avanzando por la calle Merced hasta el cerro Santa Lucia, que se veía completamente lleno de espectadores, y con los últimos rayos del crepúsculo, presentaba el golpe de vista más fantástico y encantador; de allí tomó por Huérfanos para torcer por Claras y penetrar en su templo que presentaba un aspecto deslumbrador con su arreglo del pórtico, todo cubierto de lamparillas eléctricas, artísticamente distribuidas y su iluminación y adorno interior, magnífico como nunca.

Anda de Santa María de Cervellón, primera de la Procesión
            Todas las casas de las calles por donde la procesión pasó, se veían engalanadas con flores y gallardetes y todas ostentaban en la puerta principal la bandera nacional desplegada al viento. Desde muchos hogares se arrojaron flores al paso de la Virgen y se la clamó con vítores y aplausos que llegaban hasta el alma. Pero donde el entusiasmo y los gritos de triunfo sobrepujaron toda ponderación, fue a la entrada de la sagrada imagen en su templo de la Merced, donde los fieles le han rendido un culto especial desde varios siglo atrás; aquí llegó el entusiasmo hasta el delirio, y no teniendo ya el inmenso público que invadió por completo las naves del templo otro medio para exteriorizar su entusiasmo, rompe de súbito con la Canción Nacional que al punto responden acordes del gran órgano, produciéndose un conjunto imposible de describir. Nunca se nos había presentado un espectáculo más grandioso, imponente y sublime, de mayor fe y de piedad más ardiente, que el que en esos instantes presenciábamos. Las lágrimas asomaron a los ojos y la emoción anudó la voz en la garganta y nos impidió tomar parte en aquel himno gigante, entonado por todo un pueblo, ebrio de amor a María.

El Anda de la Sma. Virgen al enfrentar el Portal Alcalde rodeada de fieles 
            Cuando las notas del Himno nacional se fueron apagando, y el silencio solamente que sigue a las grandes manifestaciones de entusiasmo se dejó sentir, el R. P. Esparza, desde el púlpito, dirigió con voz enternecida por la emoción, una vibrante y fervorosa alocución, y agradeció las manifestaciones de entusiasmo que en esos momentos brotaban de su corazón agradecido a las bondades de la bendita Madre de Mercedes, desde hoy reina coronada de todo el pueblo chileno.
            Tuvo frases de íntima ternura para los piadoso peregrinos que, dejando atrás sus hogares y comodidades, no habían trepidado en venir a Santiago para asistir a la gran ceremonia de la coronación de su Reina. Los despidió con frases  de sincero afecto, no sin antes implorar para ellos las más abundantes bendiciones del cielo. Terminaba la brillante alocución, se rezó y cantó un solemne Trisagio en acción de gracia a la Santísima Trinidad , y Illmo. Y Rmo. señor Valenzuela dió a todos los presentes la bendición con su Divina Majestad. Terminadas las ceremonias religiosa se quemaron en el claustro del convento hermoso fuegos artificiales, obsequiados por el pirotécnico señor Morales.
            Tal ha sido, narrado a vuelo de pluma, el imponente y conmovedor acontecimiento de la Coronación canónica de Nuestra Santísima Madre la Virgen de la Merced, único presenciado en Santiago, y revestido de todos los caracteres llamados a hacer época en la historia religiosa y social de una gran ciudad.
            Que Dios bendiga a todos cuantos de alguna manera han contribuido al esplendor a estas fiestas, y la Reina de Mercedes nos cubra a todos con su manto protector."



                                                                                                                     La Redacción  


Texto tomado integramente de la Revista Mercedaria Chilena pp. 247 -252 



 Fray Mario Salas 
mercedario